Años sin recuerdos

En el campo de frambuesa con nuestro pequeño amigo de patas rojas

El invierno ha arreciado los últimos días, cada tarde llegan los vientos, la lluvia y el corte de luz. Hemos tenido que atender a los huéspedes en medio de velas, ellos nos aseguran que todo se vuelve más romántico, todos  amantes de las aves, de la naturaleza, gente linda.  A pesar del clima los pajareros han logrado cumplir sus objetivos, en particular avistar a la evasiva "Monica" un ant-pitta/ grallaria que ronda la casa, es pequeña, marrón de patas largas, difícil de ver. Cada día a las 5:30pm debemos alimentarla en una zona boscosa con una buena porción de lombrices del compós...la oí cantar muchas veces pero solo hasta hace dos días logré verla con claridad, y creo que ella a mí también.  Han apreciado a los loritos endémicos, quienes solo aparecen al amanecer en la zona alta de la reserva. Para verlos salen a las cuatro de la madrugada, suben en carro hora y media hasta la laguna. El Buho de Santa Marta, es otro endémico muy querido por los aficionados, lo buscan en las noches, lo llaman con un canto sugestivo al que responde de vez en cuando; es una ave de ojos grades amarillos. Tuve la suerte de conocerlo hace poco,  una noche uno de los guías nos invitó a caminar por enfrente de la cabaña principal, de repente se escuchó su canto, Wally, el guía, no pidió silencio, contuvimos la respiración, de repente el canto y la linterna del guía coincidieron, dió en el blanco, allí en una rama a baja altura estaba ese apreciado pájaro nocturno de ojos grandes observándonos.

Moras silvestres


Cada mañana salgo a caminar. Aprovecho las horas de buen tiempo, ya pronto terminará la experiencia en la reserva y quiero gozar cada segundo que me queda.  Caminando al campo de frambuesas recordé los  días que pasé en la oficina, día tras día, año tras año... de 8 a 6 o más horas muchas  veces, trato de recordar "impresiones" y caigo en cuenta que -salvo algunos amigos muy queridos- no recuerdo nada de esos años. Nada... nada realmente significativo de esa vida cotidiana.  Años sin recuerdos...

Tanya llegó hace tres días, es una chica australiana voluntaria que viaja por América Latina, ha pospuesto el regreso a casa tres veces, creo que ahora que está en Colombia lo pospondrá una vez más.  Con ella salimos temprano hacia el campo de frambuesas, caminata de dos horas, pajareando y tomando fotografías. Ella me preguntó si cultivaban la frambuesa en la región -está practicando su español-  le comenté que íbamos a "cosechar" fruta silvestre.  Parte del recorrido era nuevo para mí, seguí las indicaciones: carretera arriba, aviso de la Fundación, tomar a la izquierda,seguir un camino abandonado colina  abajo hacia un campo por recuperar.  El sendero es fresco entre la vegetación, se nota que no ha sido transitado por vehículos en años, el musgo cubre las piedras del camino...  los sonidos son relajantes y el clima ideal. Conversamos sobre su familia, su profesión de bióloga y su gusto por los insectos. Repite, practica, corrige su pronunciación.  Finalmente llegamos al campo de frambuesas. La mañana transcurrió ligera, bajo un cielo gris,  cada una en silencio tomaba la  fruta  y la dejaba en la bolsa con cuidado; fue la primera vez que salí a recoger frutos silvestres. Maravilloso.  Encontramos -para su fascinación- interesantes insectos, como el grillo de la fotografía de patas rojas que saltaba de planta en planta como si quisiera acompañarnos con su canto.   

El camino abandonado hacia el campo de frambuesas


La montaña ofrece también de manera silvestre moras, lulos y una curiosa variedad de hongo que crece en las cortezas húmedas, solo los campesinos conocen cuáles son, se consumen al momento de recogerlos. Sabrosos. Tienen un  sabor suave, y por supuesto, no tiene efectos "secundarios".  


Recorrimos el campo de frambuesas por casi una hora, recogimos la suficiente cantidad para llenar la bolsa, los doce huéspedes quedaron satisfechos con los colores y frescura de la ensalada. 



En la noche aceptamos la invitación de Marcos, un joven guía local, que además de ser experto en aves, se divierte como explorador nocturno de anfibios y bichos raros. El termómetro marcaba 10 grados y la suave llovizna se apreciaba a través de la luz de las linternas, caminamos hacia el arroyo. Sólo Marco entrenido con su búsqueda obsesiva no se estaba helando. Entusiasmado nos sorprendió con diferentes tipos de ranas, un animal extraño como una lagartija, huevos de rana, una araña de lomo rojo, un caracol inmenso. Marcos es como un niño grande que juega en un bosque imaginario; pero el de él es muy real y lo conoce bien. Para todos nosotros fue una aventura inolvidable, una aventura en medio de una noche sin luz, rodeados de los sonidos del bosque, la espesa bruma y la risa de Marcos.

La primera protagonista de la noche



Un ser sumamente extraño... 



No tan común... para mí.


Caracol inmenso

 Marcos,un jóven de 20 años, nos asegura que "no solo hay pájaros en la Sierra"... él se divierte con la variedad de animales, quiere aprender cada día más;  nos alegró una fría noche con su entusiasmo, un regalo, un recuerdo que seguro perdurará por muchos años.