Pocos días para la partida

El tucancito esmeralda desde el balcón del segundo piso, hace pocos días.
 
El balcón del segundo piso es mi lugar preferido. Desde allí puedo esperar por horas  que aparezca algún nuevo ejemplar, otra clorofonia o un trepatroncos, quizás el tucán o una tángara; el lugar es especial,  da a un bosque con yarumos, nupos, un margarito, miconias y un higuerón, desde el balcón se puede observar las aves a la altura de los ojos y se hace más fácil la espera. Aunque siempre hay que tener paciencia. "No es un zoológico, asegura Lorenzo".  Allí también leo en las tardes -Amos Oz es el autor de la temporada- y tomo notas para escribir las entradas, el balcón es un lugar tranquilo donde se puede escuchar los cantos y múltiples sonidos de la montaña así como registrar uno que otro bonito atardecer.  Toda la casa está construída en madera de pino, se aprovechó el material de estos árboles que fueron talados para recuperar el bosque nativo; en el balcón se encuentran sillas de madera rústica con cojines forrados en tela de color crudo, un termómetro digital que siempre engaña con una eterna primavera -18grados- cuando la sensación térmica es de 10 o 15 grados, está también la antena para la recepción de internet que me permite estar comunicada, seguir el curso que hago de tutora virtual  y escribir estas líneas para mis recuerdos. Cuando no tenemos turistas es un lugar tranquilo... Me gusta sentarme a esperar. Solo a esperar... 

Regresó!!!

¡El Canelo regresó!  Regresó acompañado, quizás pronto iniciará un nuevo nido;  el Canelo alegra la entrada de la sede con sus vuelos cortos y efectivos... siempre con un insecto en su pico regresa al mismo lugar de donde partió. Es el más fiel de todos, el Canelo está allí para recibir a los turistas quienes entusiasmados sacan sus cámaras y toman su primera impresión de la Reserva, espero que esté allí, en su lugar de siempre, el día de mi partida... ya pronto.

Mi más reciente logro fotográfico: una tángara verde-azul


El grupo de médicos que nos visitó dos meses atrás también regresó. Estudiaba el mal de altura; en esa oportunidad tomaron muestras de signos vitales y realizaron pruebas a un grupo de estudiantes de medicina entre los 0  y los 2700mtrs de altura. Su visita fue muy animada, nos contaron los detalles de la investigación y su interés por colaborar en proyectos sociales. En medio de la cena les propusimos una brigada médica para la vereda, sugerencia que fue recibida con entusiasmo. Luego de casi ocho semanas los volvimos a recibir en El Dorado. La visita fue auspiciada por Mujeres por la Conservación, un grupo de apoyo que ofrece a las mujeres que viven en la zona aledaña a la Reserva la posibilidad de ingresos adicionales mediante la comercialización de  collares y bisutería que elaboran en materiales naturales que les envían de Bogotá. Las últimas semanas estaban perdiendo el interés en el trabajo por diversas razones, una de estas, la falta de acompañamiento del proyecto.   El ánimo regresó gracias a la visita inesperada de la Coordinadora de Mujeres por la Conservación; durante cinco días ella y su asistente renovaron el entusiasmo entre las mujeres, les brindaron nueva capacitación en collares, pulseras y en la elaboración de camisetas alusivas al cuidado de las aves y las alentaron a seguir adelante. Dió resultado. Una de las dificultades es que aún no cuentan con un mercado constante para sus productos, las ventas no son lo que esperaban, no por la falta de calidad o belleza, sino por falta de comercialización en el exterior, los pedidos aún no son suficientes y la ganancia es reducida. Lo que las Mujeres por la Conservación desean es trabajar más y así poder contribuir al sustento diario. Sus maridos se dedican a las labores del campo, la siembra del café, mora y otros productos que venden más abajo en el pueblo.   Las reuniones fueron animadas, se discutieron las dificultades y se las apoyo para tener una sede más cómoda en la casa de una de ellas.   Una tarde bajé caminando hasta la escuela y compartí con ellas, como ellas, recibí la capacitación y me hice mi propia pulsera!

Tarde capacitación y "chismes"
  
La brigada de salud se llevó a cabo con éxito, las mujeres del grupo se encargaron de publicitar la visita y así se logró que sesenta hombres, mujeres y niños fueran atendidos por el grupo de médicos cartageneros. Todo un día de árduo trabajo que se llevó a cabo en la escuela veredal. El balance: niños desnutridos, aunque no delgados; problemas de tensión alta, dificultades visuales, sobre peso en los jóvenes.  Todos quedamos muy satisfechos con la visita, en la noche ofrecieron atender a quienes no habíamos podido bajar por la llegada de nuevos turistas a El Dorado.  Con el apoyo de Proaves, de Mujeres por la Conservación y del grupo médico se podrá hacer seguimiento al mismo grupo de campesinos al menos tres veces al año. Esa es la intención y el ofrecimiento que dejaron. Antes de marcharse al día siguiente nos capacitaron, a los miembros de la Reserva, en primeros auxilios… lección que seguimos con mucha atención.


Casa Campesina de doña Flor

 Las mujeres de la vereda tienen otro sueño, en las visitas que he hecho, me han comentado que recibieron capacitación en turismo rural hace pocos años, pero quien lideraba ese proyecto, un joven de la zona, murió en un accidente de tránsito. Con su muerte se fue el corazón del sueño.  Ahora desean reiniciar, el lugar es atractivo con vista al caribe y clima fresco, buena comida…  Les gustaría recibir extranjeros que deseen –por poco dinero- vivir unos días con los campesinos, caminar por los senderos, avistar aves y aprender de los cultivos locales.  Espero  ayudarles …

Quedan solo días para el retorno a mi vida cotidiana, al calor, al pueblo, a las historias del caribe... han sido días inolvidables, por lo pronto el atardecer promete bellos colores, espero que caiga la tarde aquí en el balcón de El Dorado.