El Dorado en cualquier parte

Luna llena sobre el Caribe
Las últimas noches en El Dorado transcurrieron tranquilas, la inminente despedida hizo que mis sentidos se agudizaran, pronto las madrugadas de algarabía con los múltiples cantos y silbidos de aves, y las noches de grillos, ranas y buhos pasarían a ser solo líneas en este blog. Recuerdos. Así también el olor del bosque luego de la lluvia, el frío de algunas tardes, la extraña sensación de estar rodeada de nubes en cualquier momento al trabajar en el lodge de la sede,  el verde intenso de los senderos y la melodía relajante del Agua de invierno cayendo por la montaña, todo se convertiría en recuerdos.   Grabé en mi memoria  el canto del Buho endémico, el silbido de Mónica, la esquiva Grallaria, que nos visitaba al caer la tarde siempre en busca de sus lombrices; y el canto del Quetzal Dorado. Al escucharlos sabía si estaban lejos o cerca de la sede. Con el pasar de los días y la debida atención la naturaleza  me ofreció inolvidables regalos, esos cantos únicos quedaron en mi mente.  La primera noche de luna llena, antes de mi partida, el Buho cantaba sin cesar a su enamorada, ella le contestaba lejana, desinteresada... con el pasar de las horas los cantos se hicieron más frecuentes y más cercanos. Él tuvo éxito en sus intenciones, seguro de sí mismo no declinó ante los momentáneos silencios de Ella... la noche invitaba al romance y Ella, finalmente, se sintió halagada. Para las tres de la madrugada se hacían compañía, solo los grillos se escuchaban.


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El Sendero de las Bromelias, el verdadero sendero de las Bromelias, es una pared de escaleras entre el bosque que permite subir de 2100mts a 2500mts de altura en 35 minutos o menos según el estado físico del caminante.  Es un camino exigente construído por los operarios de la compañía de energía eléctrica de Santa Marta; las redes eléctricas  bajan por ese sendero en elevadas torres, los cables suelen tener problemas por los vientos o las tormentas eléctricas que sorprenden de repente; el sendero pasa por la Reserva y ahorra a los campesinos dos horas de camino por la carretera, la subida es difícil pero vale la pena si uno se quiere acercar a la Cuchilla de San Lorenzo o ir hasta las torres de comunicación. Gracias a ese sendero en poco tiempo puede uno estar a 2700mts de altura, ver los picos nevados un poco más cerca o apreciar las palmas de cera que crecen a esa altitud.  Varias veces lo recorrí, subía por las Bromelias y bajaba por la carretera pajariando o mariposiando...  Recuerdos. 

Una de las últimas mariposas que aprecié en El Dorado, en la parte alta de la montaña.

Me despedí de la Reserva, sus cantos, sus aves, sus olores y colores con una maleta llena de alegría -y una tristeza-, la experiencia en la montaña fue gratificante. El trabajo diario fue exigente, bajar a la ciudad a las madrugadas a hacer  mercado para los numerosos turistas, volver a subir el mismo día por esa carretera pedregosa y difícil; preveer menús y realizar inventario; estar atenta a la infraestructura, a los arreglos inesperados, hacer las cuentas y enviar a Bogotá el paquete con facturas y formatos... todo valía la pena al ver la cara de los huéspedes el día que partían -la mayoría extranjeros y de edad avanzada que vienen de muy lejos a Colombia solo a visitar El Dorado-, ver sus caras de satisfacción al despedirse por el servicio, la comida y, por supuesto, las aves... hizo que el esfuerzo valiera la pena. Los recuerdos de su amabilidad y las noches de conversación con algunos de ellos son un pago más que suficiente por el trabajo voluntario. Además, claro  está, de todo lo demás... el regalo de la Montaña, de la Sierra Nevada de Santa Marta. 


La señora Adela y el Señor Montero hicieron la estadía muy agradable, ella a cargo de la cocina y del mantenimiento general de la sede y sus habitaciones, él el conductor de la 4X4 de la Reserva.  Son una pareja especial, no son de la Costa, ella de Bogotá, él de un pueblo del interior decidieron dejar sus trabajos en la ciudad por vivir en el campo. Fue su sueño mientras trabajaban en Bogotá, la ciudad los agobiaba... Ante el ofrecimiento no dudaron, juntos han trabajado en diversas Reservas del país, pero se quedan con la Sierra, ya compraron una parcela para cuando estén viejos, eso dicen. Se quedarán en la Sierra entre  vecinos  y amigos que habitan la vereda. Ella es seria, responsable, de buen sazón, famosa por su cocina y en especial por el postre de café que elabora para los clientes. Una mujer trabajadora. Él, un hombre de buen humor, siempre cuenta historias, chistes, recuerdos de clientes "especiales" o difíciles... Lo aprecian en la región, ayuda a quien puede...  Gracias a ellos pasé unos días inolvidables.


Lorenzo  el guardabosque fue un maestro, conoce muy bien de aves, es un hombre jóven campesino de origen santandereano pero muy samario, como él mismo agrega, un hombre inteligente y ávido de conocimiento, lee en las noches, repasa las guías, conoce los nombres en inglés y  en latin de las aves de la Sierra, estudia... su abuelo fue un líder campesino cafetero, su imagen siempre lo acompaña.  Conversamos muchas veces y me enseñó cómo estar atenta a la presencia de las aves.  Ana es una chica trabajadora, madre soltera con dos niños, con buena actitud y una sonrisa que alegra el dia. Nos ayudó con las labores de la cocina cuando teníamos muchos turistas que atender.  Pasamos tardes divertidas entre recetas y chismes veredales.  Todos ellos fueron especiales y les deseo lo mejor, espero verlos otra vez y recordar juntos estos meses de 2012.  Para despedirnos compartimos un pastel y un vino, nos reímos... 



Maurí me acompañó en esta idea loca de pasar unos meses en la Sierra, prefiere la costa, el mar, el calor, el pueblo caribeño... sin embargo, también se divirtió. Ahora bajaremos al pueblo, a nuestra casa campesina, a los amigos con sus historias mágicas, a bucear,  a nadar un poco... bajaremos al Caribe.  Guardaré estas palabras que le dan vida a mis recuerdos, la escritura es como el Agua que baja por la montaña, sin la escritura, algún día,  mi memoria pasará la página inevitablemente. Solo con la escritura reviviré estos días, los detalles, los colores, las sensaciones...  Volveré a mis cuentos, a mis temas internacionales, tendré que viajar a Bogotá... pero regresaré. Regresaré al Dorado... esté donde esté.








Allí estuvo el Canelo para el día de mi despedida...