No hice nada... No hice nada...




Joao Batista da Costa, Landscape. Pinacoteca do Estado de Sao Paulo.

Guainía es un departamento pobre asentado en tierras ricas en oro, cobre, uranio, coltán, entre otros minerales; pero es principalemente una tierra rica en oxígeno, fauna y  tesoros naturales; su riqueza se ha explotado sin Dios ni ley, sin considerar la cultura de sus pueblos indígenas, ni el valor  ecológico y ambiental de sus recursos. Ha sido un territorio olvidado, los colombianos conocemos poco de esa media Colombia - a la que llamamos irónicamente Territorios Nacionales-,  la señal venezolana de televisión o la TV satelital eran el canal de información en esos años;  ningún medio de comunicación nacional está presente por esas tierras, salvo, claro está, cuando algo extraordinario sucede.  Ese noviembre del 99 muchos comunicadores se enteraron que lo que llamaban Puerto Inírida, es en realidad Inírida, solo Inírida, la capital del Guainía, el nombre de una princesa indígena.

 A pesar de los días previos y las noches de desvelo, el domingo fue un día de trabajo. El intento de toma guerrillera había terminado pero no las sorpresas. El sábado en la noche regresamos a la casa,  el permanente deambular de las presencias en el inexistente segundo piso no interrumpió el sueño de la gobernadora, ni de Margarita, nos esperaba otro largo día, debíamos preparar la visita del Presidente, discurso de bienvenida incluido.

Modigliani, The Boy. 1919. Indianapolis Museum of Art

A primera hora, gracias a la gestión de alguno de los secretarios, la gobernadora visitó la emisora local, una emisora estudiantil, allí contestó a  las preguntas del joven comunicador quien al iniciar la entrevista invitó a “todos los ciudadanos y residentes de Inírida a acompañar al señor Presidente vestidos con camisetas blancas, será una muestra de gratitud con nuestras fuerzas militares y de policía por la acción en defensa de la ciudad durante el intenso combate de los días anteriores…”  Antes de acabar la charla, el joven preguntó: “¿Doctora por qué no se queda en Guainía? Muchos aseguran que las cosas funcionaban mejor cuando nos gobernaban desde Bogotá”. Tristeza. La gobernadora agradeció el ofrecimiento y explicó que era un encargo temporal, que el partido político del gobernador suspendido debía escoger una terna, para luego… Que la democracia local..., la posibilidad y la responsabilidad de los ciudadanos de elegir bien… Eso contestó. Recordó  los  discursos que había escrito para el ministro en defensa de la descentralización, la autonomía regional, los beneficios del gobierno local, la cercanía a las necesidades del pueblo... Quimeras. La corrupción había hecho metástasis. Los recursos públicos locales no son más que un botín en garras de esas otras presencias que deambulan por los presupuestos locales. Tantos discursos, pocas evidencias.  Mucho de madurez, responsabilidad y consciencia se requiere para manejar el destino de los pueblos.  Con el paso de los años y las noticias que se conocen sobre la gestión en “Bogotá”, estoy segura, que ese mismo joven reconsideraría su petición. La entrevista terminó. De nuevo, Rebusque puso su megáfono al servicio de la gobernación, recorrió en su moto cada barrio e invitó al pueblo a darle la bienvenida al Presidente, el primero que visitaba la región en su historia -200 años-. Pura soberanía.

José Navarro Llorens, Children on the Beach. Banco Santander

 Luego de la visita a la emisora, la gobernadora pasó a saludar a los jóvenes infantes de marina quienes habían combatido a los dos frentes de las FARC, jóvenes entre veinte y treinta años, todos sonreían, saludaban con entusiasmo, la gobernadora los felicitó, se veían cansados pero orgullosos. Pasados los saludos, el coronel la invitó a tomar un café o un vaso de agua,  de repente un capitán apareció con un niño de no más de catorce años, lo llevaba del brazo, lo sujetaba firme. El capitán intercambió algunas palabras con el coronel. Quítate la camisa, le solicitó el coronel al niño. La gobernadora no entendía lo que estaba sucediendo. Quítate la camisa, no te pasará nada, le aseguró el coronel.  El niño repetía asustado: No hice nada, no hice nada... Sorprendida la gobernadora observó la escena. Luego de varias solicitudes el niño aceptó y se quitó la camisa. El morral de guerra, que había cargado por días y noches, le había dejado una marca en su piel como si se tratara de un tatuaje. Era un niño de las FARC. Un niño guerrillero. ¡Un niño! Otros niños aparecieron, todos con las mismas marcas de guerra, de abuso.  Los ojos de la gobernadora se humedecieron, cubrió la boca con su  mano. ¿Qué hacían esos niños en un frente de guerra? ¿Qué hacían esos niños con AK-47 atacando pueblos? ¿Qué hacían esos niños bajo el ensordecedor fuego de los aviones de guerra? ¿Cómo los comandantes de las FARC utilizaban a pequeños como carne de cañón? Cretinos.  ¿Cuándo esos niños perdieron el camino a la escuela? ¿A la academia de música? ¿Al taller de artes y oficios? ¿Dónde está ese camino que los aleje de la guerra? Ese camino existe, pero solo en las promesas de papel de quienes se enorgullecen al decir que son los  elegidos popularmente”, pero que no tienen ni idea de la responsabilidad que esto significa. Miserables. Como dice un querido amigo: “De donde flores,  si no hay jardín”.   ¿Quién protegerá al pueblo de todos estos embusteros que se autodenominan sus representantes? Unos y otros, detrás del dinero fácil, de la ganancia a costa del bienestar de un pueblo esperanzado, del futuro de sus niños. La gobernadora cerró los ojos, el corazón lloró.  Detrás de los niños venían sus madres, todas con sus súplicas y pedidos a la gobernadora. “Doctora hable con el coronel mi niño no hizo nada…no hizo nada...” Dolor. Dolor. Dolor.
Al medio día una nueva llamada de Presidencia para confirmar  si todo estaba listo para la llegada del señor Presidente. ¿Todo? ¿Cuánto tiempo estará en Inírida? Tres horas, máximo. La convocatoria, las camisetas blancas, la banda de música para el recibimiento en el aeropuerto, las autoridades, el lugar para los discursos y los aplausos. Sí, todo está listo, pero necesito que autoricen el ingreso de los aviones con la comida y el material para el hospital, respondió la gobernadora.  Después de la llegada del Presidente, podrán aterrizar.  Paciencia.    

El Ejército Nacional llegó el domingo en la tarde.  Como en una escena de película, cientos de hombres en sus camuflados ingresaron al pueblo por la vía del aeropuerto, dos filas paralelas, una a cada lado de la carretera, caminaban con sus pesados morrales y armas al hombro. El comandante de la tropa se presentó a la gobernadora y le explicó la razón de la demora en el apoyo. Entendido. Luego solicitó un lugar para acampar, necesitaban un lugar con agua y nada más.  El aeropuerto en obra, sugirió uno de los secretarios.  ¿El aeropuerto en obra? Sí, tiene agua, aseguró. Pues bien, ese será el lugar para los hombres del Ejército. Finalmente llegaron los refuerzos.

Tonks, Henry.  Saline Infusion, An incident in the_British Red Cross Hospital,_1915. Imperial War Museum
Al terminar la tarde, y luego de verificar que la logística del día siguiente estuviera a punto para la llegada del Presidente, la gobernadora recibió una solicitud del director del Hospital. Del puesto de salud de Barrancominas solicitan cajas, muchas cajas de placas para rayos x y material para atender heridos. ¿Cuántas cajas necesitan? Más de las que han pedido en un año entero, contestó el director…  El fruto de la guerra se hacía evidente, en ambas orillas del río. Colombianos...

Próximo capítulo: El final.