La bruja del Trepatroncos

Hoy de nuevo es día de compra y deben bajar a hacer mercado a Santa Marta, casi tres horas de camino montaña abajo por una carretera tortuosa y hermosa a la vez. El camino es destapado y pedregoso, la lluvias han dejado su huella y se hace más difícil transitar, sin embargo, el entorno es majestuoso. La vegetación nativa y la vista -en algunas curvas - hacia el Caribe aligeran el viaje.  El recorrido desciende 2000mts hasta el nivel del mar en poco tiempo.  Decidí dejar a otros la labor de la compra mientras yo regresaba  al Trepatroncos en busca de la bruja misteriosa.  En la primera caminata por ese sendero mi atención se centró en las posibles tomas de aves, raíces y hojas. Esta vez fui en busca de la bruja y otros misterios  del camino. De nuevo tomé mi cámara... quizás apareciera y se dejara fotografiar. Así fue. 



Alex, quien fuera el administrador el Hotel Minca,  caserío abajo por la carretera, renunció y decidió pasar unos días en la Reserva.  Lo precedía su fama de huraño y de pocos amigos.  Nos intimidaba un poco ese halo de cascarrabias, sin embargo,  le dimos una cálida bienvenida. Le ofrecimos una de las mejores habitaciones, un café, una sonrisa y por supuesto "lo que necesite por favor sólo háganoslo saber".   Alex es un hombre maduro, su físico aparenta sesenta o algo más, pero su conversación indica que pasa los cincuenta. Rubio, delgado, de talla media, muy blanco, de barba densa y ojos azules pequeños pero agudos.  Es un hombre solitario,  silencioso, prudente para dar una opinión.  Su padre trabajó para el gobierno norteamericano en los años de los Cuerpos de Paz.  Su familia cuando era niño vivió en Africa, fue testigo en su infancia y adolescencia de importantes cambios en el continente. Una noche en la cena -sin cebolla en la ensalada como nos solicitó- conversamos brevemente. En el radio sonaba música tradicional africana, alegre y pegagosa. Sonrió.   Cerró los ojos y dijo como si hablara para sí mismo "cuantas noche pasé bailando esta música". Muchos años vivió en Africa, tenía recuerdos de varios países. Le indagué por Nigeria y me dijo que no lo había visitado, le parecía un país populoso y ahora lleno de conflictos ambientales por la acción de las petroleras. Recordó su vida en Madagascar. Un mundo fascinante, agregó, con flora y fauna únicas.  Sus hermanos viven en el extranjero: en Asia y en Europa, trabajan para el gobierno norteamericano, les va bien, asegura. Su hogar está en Minnesota... mencionó el techo de su casa y lo costoso de hacer una reparación en los Estados Unidos.  Conversamos un poco más.  Su experiencia como administrador en el Hotel Minca no fue la más satisfactoria, no hubo química entre él y los locales.  Sobre su español aseguró que lo hablaba mejor antes de vivir en Minca!  Esa primera noche  las melodías africanas rompieron el hielo, luego de media hora se despidió. Al otro día quería caminar antes del desayuno, madrugaría. Alex no era un cascarrabias, es un solitario. 


Cuando se es nuevo en el asunto de vivir "en medio" de la naturaleza muchas cosas resultan extrañas. Los sonidos no son claros ¿ranas? ¿aves? ¿insectos?, los tonos infinitos, el aire mismo es diferente, las distancias más lejanas a la pupila. Amanecer con una vista al mar desde dos mil metros es impactante.  Las nubes pasan bajo el balcón hacia los picos nevados de la Sierra mientras arriba el sol brinda algo de calor el lugar. Casi siempre estamos sobre las nubes...   El sendero Trepatroncos está lleno de esas cosas misteriosas. Ese sonido, el de capa que se sacude tras de mí al caminar... y algo más: por instantes el bosque se queda quieto como en una foto, sin embargo, algunas hojas, algunas particulares hojas se balancean. Todo el bosque parece guarda la respiración, sin embargo están esas hojas que  se balancean de un lado a otro, como si un soplo fantasmal las moviera solo a ellas. Me detengo por minutos a observar ese fenómeno y no logro más que darle una explicación mágica, mitológica: Son los dioses que se abanican en el bosque. ¿Por qué no? En este nuevo mundo mi mente es primitiva. Me parece que volveré a sentir  a los dioses abanicándose en muchas oportunidades.   Seguí por el sendero y de nuevo ese sonido de la capa que se sacude pero esta vez acompañado con un sonido agudo, fuerte. ¿Una risa? Esta vez  solo estoy atenta a la bruja, voy tras de ella no al revés como la vez pasada. Sigo adelante sin distracción.  Siento su presencia en las copas, algo vuela, se mueve...  Me detengo... a lo lejos un ave se posa sobre una rama, aprovecho el zoom de mi cámara y la enfoco:  Ojos azules intensos, plumas amarillo-oro en su cola, amarilo intenso es su pico; mira a su alrededor... baja su cabeza y se ¡sacude! Se sacude como quien sacude una capa de cuero... una capa de bruja!  Ese pájaro bullicioso es mi bruja,  está empollando, tiene su nido cerca y sobrevuela el bosque que atraviesa el sendero Trepatroncos.  Se detiene en las copas y repite su ritual. Levanta su cola dorada, baja su pico como en venia japonesa y se sacude con fuerza. Definitivamente es la bruja del Trepatroncos.

Mi bruja del Trepatroncos es en realidad una Oropéndola 


La segunda noche  Alex subió a cenar con una invitación.  Nos enseñaría "Cacho" un juego de dados que él aprendió en Bolivia y que solia jugar con viejos amigos, a los que no veía -tristemente- desde hacía mucho tiempo. De hecho había perdido el contacto, como con su única hija a la que no veía en años por decisión de ella.   Al mencionarlo su rostro hizo un gesto de pesar. Guardamos silencio por unos segundos... luego aceptamos la invitación.  De nuevo escogimos música étnica, esta vez caribeña. Alex disfrutó la cena, levantó los platos y los llevó a la cocina.  Despejamos la mesa del comedor y nos alistamos a la clase de "Cacho"... él con paciencia nos enseñó y repitió las reglas de juego. Iniciamos. Pasaron los minutos, la suerte no estuvo con él en la primera mano... aseguró que se debía a que nosotros jugábamos por la derecha. Así que la siguiente mano jugamos hacia la izquierda, mejoró su suerte. Se rió.  Compartimos con Alex tres horas... el frio nos recordó que era momento de ir a dormir.  Estaba helando y nosotros nos divertíamos con ese juego de dados.  Fue la última noche en El Dorado de aquél amable "cascarrabias". Al otro día salió muy temprano rumbo a Bogotá y de allí a su hogar en Minnesota luego de vivir en Minca, ese pequeño poblado en el caribe colombiano, como administrador del hotel por casi seis meses... sin visitar ningún otro lugar del país. Salvo, claro, la reserva de aves El Dorado. Volveremos a jugar Cacho... gracias a Alex.

Encontrar que mi bruja es esa bella Oropéndola no me desanima. El bosque sigue allí lleno de misterios.  La bruja del sendero seguirá existiendo...   ahora con su fuerte risa en las alturas, sus ojos azules y esa capa negro-oro que se sacudirá mientras algún extraño se atreva a importunarla en su bosque, el  bosque  del Trepatroncos.

Al acabar de escribir esta entrada subí al mirador del segundo piso, quería descansar y disfrutar la vista,  para mi sorpresa y como si la hubiera invocado, apareció mi bruja con toda su belleza... su presencia es realmente más hermosa de lo esperado.  Posó para esta entrada...



Los Detalles de Mr Bearns




Mr Bearns y su señora Jane llegaron por dos días al Dorado antes de seguir su intenso recorrido por el tour más sorprende que haya escuchado: Palo Alto – Houston, Bogotá, la Sierra Nevada en Santa Marta, Cartagena, Mompox, San José del Guaviare, Yopal, Bogotá y de nuevo camino de regreso a su hogar en California. Al preguntarle en la cena el motivo de un recorrido tan poco convencional nos contó que le gustaba ir a sitios  inexplorados. Su señora conoció el itinerario del viaje de 26 días a Colombia en el vuelo Houston - Bogotá. Casi siempre su marido le oculta los destinos hasta estar prácticamente aterrizando en ellos.  

 Al hablar del tema solo sonreía.  Los últimos años la pareja ha visitado distintos países, incluidos tres viajes a la India a lugares donde hasta su arribo no habían visto antes un hombre blanco, eso asegura.  Son una pareja única, no son pajareros como los demás huéspedes. Él, viajero incansable, prepara sus aventuras con tiempo y dedicación, siempre a destinos poco conocidos, viaja con su Nikkon y varios juegos de lentes, es hiperactivo, no quiere perder un minuto, pero a la vez se detiene con paciencia hasta lograr una imagen perfecta. Se tomó su tiempo en los colibríes, una tarde entera enfocando cada especie que nos visita en los bebederos; en las ranas endémicas de la Sierra que le mostró su guía, en unos lagartos oportunistas de cerca de su cabaña y en cada uno de los insectos que se pegaban a los vidrios del salón comedor o que aparecían por el camino. Ella con hablar suave, solo tiene ojos para su marido. En medio de la conversación él se paraba con su cámara y lentes a tomar una foto macro. Cada animal le parecía merecedor de su atención, cada detalle de su naturaleza única e irrepetible: sus alas, sus antenas, las patas, lo que parecía ojos. Los detalles hacen la vida, son la vida, era su frase explicativa para su amor por todo lo que lo rodeaba, en especial las criaturas pequeñas. Nosotros admirados, los observábamos con asombro.


 A veces las criaturas se posaban sobre él. Seres extraños para citadinos eran recibidos con gusto por Mr. Bearns y su cámara siempre lista. Le gustaba poner en sus manos cucarrones, mariposas nocturnas, y hasta bichos con presencia atemorizante. Luego con especial cuidado los dejaba en una rama o en el pasto húmedo del jardín.  Los Bearns amables y siempre sonrientes decidieron quedarse una noche más en El Dorado. Mientras él salía por los alrededores, ella lo esperaba paciente en el segundo piso de la sede social, se entretenía con los libros de aves y sus ilustraciones mientras él iba con su cámara por sus “detalles”. Antes de salir ella le recordaba usar su abrigo o al menos un suéter y claro, el impermeable.  Mr. Bearns tiene razón, los detalles son la esencia. Las cosas pequeñas, las trivialidades no son tal si cambian el día, la vida. Su amor por esos detalles me recordó los largos días un año atrás: la cirugía, la inesperada, lenta y dolorosa recuperación; la depresión durante el proceso, la pérdida de apetito y de peso… días largos. Días en lo que los detalles se hicieron importantes. Fundamentales. Los rayos de sol en una ciudad fría, la visita inesperada, la sonrisa que a veces parece cotidiana, la llamada del médico,  la voz del amigo que me alentaba a diario con optimismo, ese amigo que me repetía cada vez: “todo esto es normal, ya se te pasará”. Tenía razón.  Detalles, cosas pequeñas…

Un mañana cuando la pareja decidió subir, a más o menos una hora de aquí en carro, a la que llaman en la región la Laguna pero que en realidad es un nacedero de agua, sagrado para los indígenas, decidí caminar también cámara en mano, carretera abajo buscando las cosas pequeñas que tanto llaman la atención a Mr Bearns:  Una gota, una flor minúscula, una ramita de musgo, un pequeño hongo, un fruto insignificante, la sombra de una hoja sobre su tronco… detalles que están por el camino. Olvidé esa mañana el sonido de las aves, sus cantos, sus plumajes, dejé de lado las ramas y las copas de los árboles, olvidé la niebla que me rodeaba y me centré en los detalles. Fue una caminata extremadamente lenta, me detuve a observar, observar con detenimiento para no perder de vista una forma, un tono, un ligero brillo. Es una naturaleza difícil de registrar en una foto, así sea la mejor de las cámaras. Al verlas en la fotografía parecen de otro tamaño, se tornan protagonistas. Compiten con sus compañeros de ambiente en belleza y poesía.  Disfruté el recorrido. El sr. Bearns tiene razón en la belleza de los detalles, y en otra cosa: su pasión impostergable por lo que ama. No hay tiempo para perder. La pasión es para vivirla hoy. Mr. Bearns pierde su vista con el paso de los meses y lo sabe, pero no se agobia por eso. En lugar de entristecerse prepara sus viajes y no los posterga, con su cámara toma fotos de cada criatura, de cada detalle que lo rodea, quiere guardar esas imágenes en su retina más que en su Nikkon.  Su esposa lo acompaña y anima. Son una pareja única que se acerca a los ochenta años y se resiste a dejar “la vida y sus detalles”en un sofá en frente de un televisor con una mascota a los pies. Mr Bearns seguirá viajando, mientras su salud y sus ojos se lo permitan, siempre con su sonrisa, su Nikkonm y su hermosa esposa Jane.

El sendero Trepatroncos




Según la señalización que está al lado derecho de la cabaña número uno se encuentra el sendero Trepatroncos, nombre de una curiosa ave que sube  y baja con la facilidad de una ardilla los troncos de los árboles. Mauricio y Lorenzo arreglan una gotera en la habitación 6.  Lorenzo en el techo… Mauricio en tierra –vale la mención-.  Mientras ellos trabajan sentí la curiosidad de dar un vistazo.  Según el aviso en madera que invita a tomarlo es un recorrido de 850 metros, de categoría media. La caminata inicia con un leve descenso, luego la vegetación impide adivinar qué le espera al curioso.  Miré atrás, los hombres trabajaban, el cielo gris pero no amenaza lluvia así que tomé la decisión de no interrumpir la varonil tarea de arreglar el techo e inicié mi caminata a solas.  La humedad está siempre presente en El Dorado, tres o más veces al día nos rodea la bruma, las nubes nos cubren por momentos, a veces por largos momentos; debemos cerrar las ventanas de la zona del comedor –centro de mis actividades- o del bar del segundo piso para protegernos un poco de la sensación térmica que baja. Por instantes, si no cerramos los ventanales, parece una locación de película de terror. Esa misma humedad deja rastro en los caminos, en cada tronco, en cada hoja, en el camino. Debo reconocer que sentí curiosidad y temor al mismo tiempo. Entré en un mundo desconocido, quizás sea el mismo temor que sienta un habitante del campo que se enfrenta a pasar una avenida, un mundo nuevo. Por supuesto es mucho más atemorizante una avenida que un sendero señalizado en una reserva de aves, pero de todas formas, los sonidos, colores y hasta los olores son intimidantes. Está además el tema del puma … comentan que ha aparecido eventualmente por la región.  El camino es angosto, cubierto de hojas viejas, descompuestas, húmedas por supuesto, de varios tonos de marrón: rojizo, canela, naranja, casi amarillo, verdoso y el color café oscuro. Una alfombra natural que puede esconder arañas, insectos y otro animales rastreros. Con mis botas de caucho voy tranquila. La incipiente pasión por las aves hace que olvide mirar al camino con la atención que antes tenia.

Atrás quedaron las voces de los hombres en su tarea.  La decisión esta tomada sigo adelante.   El camino baja por la montaña dando algunas curvas cerradas y sinuosas, desciende y asciende ligeramente durante todo el recorrido.  El bosque es nativo, espeso, misterioso – en otras partes de la región se encuentra pino y eucalipto, una fatalidad para el ecosistema-, un mundo cubierto con árboles cuyos nombres aún desconozco.  A cada paso afino el oído, me detengo, observo el entorno y  recorro con mi mirada el lugar, respiro suave, un movimiento en aquella rama o más allá  indica la presencia de un ave a fotografiar.  Nada. Sigo adelante. La vegetación va cambiando, el descenso se hace más pronunciado y los árboles cada vez más altos, sus copas compiten, se estiran elegantes hacia el sol que ya es escaso entre las ramas bajas. 



 Sigo bajando y me siento como Alicia, cada vez más pequeña en un mundo extraño, como ella, no se exactamente mi destino, pero sí tengo un camino.  Sigo adelante busco una imagen, una sensación nueva. El lugar está lleno de ellas. Helechos que guardan humedad, rastros de musgo, hojas de diversas formas, de repente observo un ave rastrera en la siguiente curva, más abajo. De nuevo contengo la respiración. Tomo la cámara y enfoco desde lejos, parece una perdiz o algo similar. Logro una toma, para la segunda ya había desaparecido. Vuelvo a respirar.  El  tapete de hojas secas y húmedas al a vez, silencian mis pasos, escasos rayos atraviesan la nube verde.   



El frio que siento en “casa” desaparece con la caminata. Un sonido en especial me inquieta. Un sonido fuerte como de una capa que se sacude con fuerza. No, no es el puma. Vuelvo a sentirme en un mundo desconocido. De nuevo la capa se sacude… ¿me persigue? Como en cualquier bosque encantado no sería extraño que tuviera el privilegio de una bruja. Decido ignorarla. Es lo recomendado. Una imagen me cautiva.  Las raíces de inmensos árboles se alzan del suelo dejando espacios artísticos como una especie de “performance” de galería.  Una y otra raíz se alzan de la misma forma, curioso y sorprendente a la vez. Parecen dedos de una inmensa mano que se entierran con decisión.   Me detengo en algunos lugares observo los colores, los tonos, las formas, la perfección de la naturaleza.  Luego Lorenzo me explica que las raíces no se alzan, son los tallos los que se forman primero, caen y luego crean sus raíces.   Increíble. Las lianas de Tarzán son en realidad tallos de árboles parásitos que se siembran al tocar tierra. Estos tallos buscan donde “echar raíces”, bajan con paciencia desde las alturas hasta que encuentran su meta, su Dorado donde asentarse.  Un ave más allá, un pequeño pájaro de cola roja … lo capturo en mi lente. De nuevo, preguntaré a Lorenzo su nombre.


Otras raíces también me cautivan, durante un trayecto se convierten en serpientes prehistóricas, inmensas, gruesas; serpientes blancas que se retuercen a ras de tierra, entre árboles y arbustos. De nuevo escucho la bruja, el sonido de su capa me recuerda su presencia. Al parecer va detrás de mí. Decido que este bosque no es de su exclusividad.  Sigo adelante. El ambiente es brumoso, de nuevo cae la nube sobre la montaña, se cuela entre las ramas, entre las hojas, nubla mi lente. Un paraje lleno de bromelias asombra al caminante. En cada rama de los árboles que me rodean se encuentran cinco o más bromelias inmensas de verde intenso.  Me detengo una vez más, respiro lento, pausado, escucho los cantos, intento adivinar de donde vienen..  pero hace falta más que una semana para entrenar los sentidos en este planeta desconocido. Lorenzo, el guía y cuidabosque, me alienta a practicar el ejercicio de agudizar los sentidos en cada caminata. Practico. Cierro los ojos, escucho, intento identificar cada instrumento en esta orquesta filarmónica única. Tendré paciencia. 


Me topo de repente con una telaraña que atrevida se extiende de un lado al otro del sendero, la esquivo, ha sido un gran trabajo que hay que tomar con respeto.  Me doy cuenta que es temporada baja y son pocos los caminantes por El Trepatroncos. El camino empieza a ascender, el bosque se abre lentamente, estoy por terminar el recorrido.  El cielo  azul contrasta con el marco reinante.  La bruja quedó atrás, el puma husmeará por otros parajes.  A lo lejos, algo se mueve... ¿una ardilla? No, aparece el… ¡Trepatroncos! No respiro, enfoco…  


Nuestros primeros huéspedes: Jeremy, Arthur y Ciro...


 Mr Jeremy Minns, Mr Arthur Grosset y Ciro Albano fueron nuestro primer grupo. Tres caballeros adorables. El adjetivo es el indicado: adorables. Viven en Brasil.  Los dos primeros retirados  hace más de 20 años de la empresa internacional Hilos Cadena. Jeremy de origen inglés es quien graba los sonidos con equipos especializados, reconoce la aves por sus cantos, asegura que a primera vista la aves pueden ser similares pero que sus cantos las distinguen.  Arthur es escocés –así se presenta- de Edimburgo, conocedor y amante de las aves, fue quien treinta años atrás arrastró a su amigo Jeremy a este mundo pajarero, parece un abuelo de postal navideña. Finalmente, Ciro Albano, fotógrafo  y guía es de Fortaleza, Brasil, de excelente apetito; quien carga su equipo de más de seis kilos en los trayectos de observación. Conforman un equipo de trabajo inagotable, han viajado por todos los estados del Brasil recopilando información, sonidos y fotografías. También han visitado otros países en la misma búsqueda. En Colombia se sienten complacidos, es el primer país de aves en el mundo y esta Reserva, la joya de la corona, que sorprende al pajarero más exigente. La segunda noche me trajeron un regalo: Su CD Aves do Brasil, una copia para mí  y otra para la El Dorado. El CD recoge 51 horas de audio!, 1051 especies y 3.559 fotografías… ¡hermoso regalo!   Al verlos me conmovía el afecto de una amistad de tantos y tanto años. Juntos han recorrido caminos y suertes, siempre tras una foto, un canto. Qué escasa y frágil la amistad y qué invalorable cuando se consolida.  A pesar de sus años siguen vitales y sonrientes. Lorenzo, nuestro guía y guardabosques de El Dorado, se sorprendió de su energía, él los acompañó durante su estadía aquí en la Sierra.  Al partir les recordé si llevaban todos sus objetos personales,  Mr. Arthur me dijo en voz baja... "Jeremy siempre olvida algo.." y volvió a reir. Sus familias apoyan el gusto por las aves y su afición por los viajes.

Noche del sábado nueve invitados a cenar: el grupo Minns, el grupo Bearns y Eliana, su esposo norteamericano Marc y dos guías, el menú pollo al curry, torta de verduras al horno, patacón pisao, postre de limón y jugo de mango. No dejaron nada. La gestión de cocina esta a cargo del chef “Mauris”, es el jefe y quien coordina el equipo que somos: Ana, Johana y yo.  Nos repartimos las tareas y cada tarde antes de la cinco nos ponemos manos a la obra para tener todo listo a las 7pm, hora que se sirve la cena. El estrés es tremendo pero siempre guardamos la calma y la voz baja ya que todo se escucha en el salón adjunto y a veces los turistas están allí trabajando en sus check –list pajareros.  La cocina es amplia pero los utensilios escasos. Tres tablitas para picar, unos cuchillos modestos pero bien afilados, pocos cucharones, los sartenes hmmm, vajilla buena… Con lo que tenemos trabajamos. En la primera oportunidad pediremos autorización para mejorar la dotación.



Sam se fue el viernes 13 de abril, ese día Mauris bajó lista de mercado en mano en la camioneta del Hotel Minca. La lista de mercado, los detalles de cada tour y los menús los recibimos de Bogotá cada semana. Una de las tareas que debemos hacer es analizar la gestión de inventarios.  Verificar si la lista es adecuada y los menú los indicados. Mauris, Sam y el joven conductor Marco salieron de la Reserva a las 8am y regresaron a las 7pm. Además del mercado para la Reserva hizo otras gestiones como ir a la obra en Taganga, ir por mi equipo de slepping bag, más camisetas –hace frio aquí- y hacer gestiones de Banco.  En fin, regresó a las 7pm ese viernes con todo el mercado de la semana.  Ajustó algunas cosas, por ejemplo, la marca de la pasta, incluyó pasta de tomate, aceite de oliva, vinagre balsámico y otros productos que consideramos esenciales para mejorar el servicio. No llevamos una semana pero ya sabemos que tenemos que mejorar la gestión de inventario para hacerlo más eficiente.  Ese viaje lo tenemos que hacer semanalmente,  es pesado y hacer un mercado tan grande desgastante porque no tenemos la experiencia. Como inicia la temporada baja - de lluvias aquí- tal vez el agite baje un poco.


Cada tarde, con dos días de antelación, nos sentamos con Ana y verificamos existencias y decidimos menús, hemos tenido por ejemplo: cremas de espinacas, zanahoria y ahuyama, en platos fuertes lomo de cerdo en salsa, perniles al curry, carne desmechada, lomo al punto, pasta vegetariana,  frijol negro –plato cubano muy de Mauricio-, acompañamientos ensaladas variadas y generosas, torta de verduras con queso, además de postres y jugos de fruta natural.  En la cocina nos repartimos responsabilidades Ana arroces, purés, jugos y acompañamientos; Mauricio platos fuertes, yo ensaladas y Johana apoyo logístico para todos. Estamos pendientes del reloj y los puntos de cada plato, nos reímos… avisamos que vamos con algo caliente… corremos y disfrutamos. Cuando faltan 20 minutos revisamos el punto de todo y acordamos hora exacta para servir. Faltando diez minutos aviso a cada grupo de turistas: “En diez minutos la cena estará lista”…. Silencio absoluto en la cocina… es política implantada por mí. Cada uno sabe lo que tiene que hacer, “emplatamos”, Johana va llevando a la mesa. En el salón se escucha algo de música clásica o blues, étnica que escojo de Accuradio.com …  Cuando finalmente sonrien y agradecen la cena  respiramos de nuevo. Hasta el momento no han dejado nada en los platos. De vez en cuando nos sentamos con ellos, los acompañamos y conversamos, sin embargo, como tengo que estar pendiente del servicio, prefiero comer luego.  Todo parece un capítulo del canal “gourmet”…   Aunque no somos profesionales en el asunto hacemos todo lo posible, inclusive en medio de una receta nos toca acudir al insuperable maestro: ¡internet!

Mauris subió el equipo de camping: mi sleeping y las colchonetas, no porque pensáramos acampar -todavía no-, sino porque los colchones resultaron blandos, mi espalda sufre. Las primeras noches dormir fue una tortura, pasaba en vela y caminando por la habitación. Aprobaron la compra del colchón, pero tuvimos que mandarlo a hacer –esa fue otra de las gestiones de Mauris cuando bajó a Santa Marta por la compra -hasta esta tarde me lo traen, espero que el señor Montero me lo traiga. Por ahora duermo muy bien en el suelo.

El viaje de los Mamos se canceló, una lástima porque venían a una ceremonia en la laguna –a una hora de aquí en campero, montaña arriba-, espero se vuelva a dar la oportunidad de recibir y atender aquí este grupo. El gerente de Sofitel Cartagena y su equipo más cercano vendrán, ya confirmaron.  Realizarán un evento de integración con dinámica culinaria incluída… dinámica culinaria que necesita algunos elementos… aprovecharé y solicitaré el presupuesto para mejorar la dotación de cocina, ya veremos. Por lo pronto recibimos la lista del menú y del mercado para bajar mañana a Santa Marta. Mauris volverá a bajar. Este es otro mundo. Es impactante saber que solo a dos horas está el Caribe cuando aquí estamos cubiertos de nube y frio muchas horas al día.



Para el domingo en la tarde debo preparar una presentacion sobre la Reserva! ¿?  Solicitud de quien organiza este tour...  la compañia en Bogotá me han hecho saber que es una visita muy importante. Para mí... todas las visitan son como si nos vistara Hillary Clinton o el Dalai Lama: todos nuestros visitantes son igual de importantes.


El grupo Minns –cada grupo tiene su nombre- llegó el viernes en la noche y se fueron ayer en la mañana.  Como todos los amantes de las aves salieron muy temprano todos los días, algunas de ellas solo salen en la madrugada, al salir el sol. Cada noche luego de la cena tomaban sus computadores, libretas y anotaban los logros... Siempre acompañados de una cerverza fria. Eso sí, para Jeremy y Arthur la cerveza era imprescindible.  Lograron sus metas … y dejaron generosos comentarios en el libro de visitantes. Nos despedimos con un abrazo.  Tomaron camino abajo caminando con sus aparatos especializados, sus sonidos, fotos y bonitos recuerdos de El Dorado. Montero los alcanzaría tres horas después.   ¡Nos tomamos una foto de recuerdo! Aquí sus páginas de trabajo...

http://www.arthurgrosset.com/
http://www.nebrazilbirding.com/home
http://www.xeno-canto.org/XCrecordistprofiles.php?Xcrecordist=DGVLLRYDXS


Han sido días intensos... debemos estar atentos de cada detalle para que nuestros visitantes pasen una excelente estadia, su acomodación, alimentación, además de la gestión de venta de recuerdos de la tienda de collares de la Fundación de Mujeres por la Conservación, venta de café orgánico, facturas de compras, recibos de compra sin factura que hay que legalizar. Es una labor árdua. Terminamos cansados pero satisfechos. Las noches nos regalan una hermosa vista a la distancia. Las luces del caos urbano en la lejanía nos hacen valorar más la tranquilidad y los sonidos de la naturaleza. Dormimos bien...




Viaje al Dorado




Un grupo de mamos y otros turistas llegarán, al parecer, el próximo jueves. Los gerentes de Sofitel Colombia llegarán el domingo. Todo un placer y un reto.  El corre corre diario no me ha dado tiempo para escribir, es increíble. A las seis ojos abiertos, ejercicios de estiramiento y otros para fortalecer mi espalda.  Apreciar el amanecer. Si tenemos suerte el cielo despejado nos permite ver el Caribe desde estos 1900 metros en lo que me encuentro. Se ve el caribe, el puerto carbonero de Santa Marta y la vía a Barranquilla, Ciénaga.  Muchos días la nubosidad no permite ver mucho más que unos  metros pero sabemos que existe ese otro mundo más allá, más abajo que nos anima.  Inclusive los días de lluvia son bellos aquí en la Reserva. Los sonidos de cientos de animales, insectos, cantos de aves nos acompañan a cada instante.  6:45 debemos iniciar el día. Verificamos el agua de los bebederos de colibríes y los remplazamos por nuevos en caso de estar vacíos. Estas pequeñas aves que parecerían hadas nos persiguen y nos hacen saber que deberíamos haber estado en pie aún más temprano.  Son hermosos pero violentos entre ellos.  Esta es una experiencia indescriptible.  Las montañas que amo siempre están presentes y el mar Caribe que ama Mauri a tan solo dos horas. La temperatura, aunque marca 18grados, es helada por la sensación térmica.  Los colores cambian cada día y las sensaciones también. Estamos contentos.

Dos meses atrás escribí a Proaves,  me ofrecí  como voluntaria     -sin tener claro para qué podría ser útil alguien que escribe sobre temas internacionales - ,  y me contestaron, la propuesta me sorprendió: ser administradora de la Reserva  El Dorado, la reserva  más importante del país con más de trecientas especies de aves, un tesoro de más de ochocientas hectáreas  en la Sierra Nevada de Santa Marta.  Conversamos con Mauris, consideramos los pros y los pros y respondimos: Sí!  Seremos administradores de la Reserva y su hotel de 25 camas hasta el 1 de julio de 2012.
Nuetra bienvenida a El Dorado corrio por cuenta de esta bella ave


El camino a Minca no está mal, el clima va cambiando con los metros que vamos subiendo la montaña, la carretera está pavimentada. A las 12m llegamos al poblado, desordenado sin cuadrícula “hispánica”, ni plaza central.  Es un caserío de clima agradable, un café regentado por unos extranjeros nos reciben primero que todo. Luego buscamos el Hotel Minca, lugar de encuentro con Miles McMullan, guía y personaje, quien espera con un grupo de pajareros ingleses, los Craeig dos caballeros, la esposa de uno de ellos y una pequeña “pajarera” de ocho años, para subir a la reserva.  El Hotel Minca es una construcción remodelada, se ve agradable a primera vista, por doquier bebederos de colibríes y aves para fotografiar, el lugar está rodeado de naturaleza nativa. Nosotros decidimos caminar un poco con Miles, quien vivió en el lugar con su familia por un año, es un personaje maravilloso.  Pero volvamos al Hotel Minca. El administrador es un inglés huraño y al parecer “cascarabias”, lo primero que dijo cuando nos presentamos como los nuevos administradores de El Dorado fue: “aquí todo el mundo no hace más que quejarse”…  Cuando le preguntamos donde estacionar el carro nos contestó que él no estaba informado de que dejaríamos nuestro Renault… nos dimos cuenta que es un poco estresado.  Ya pronto se va Alex, al parecer algunos clientes, también notaron el carácter excéntrico del señor adminstrador del Hotel Minca.

A los dos salimos camino arriba. Nos llenaba la expectativa. El verde por todo lado, subimos en dos camionetas con los Craig y con Miles. Nos esperaba un largo viaje. Los pajareros se detienen a cada curva, son observadores únicamente… no toman fotografías, de hecho no les gustan los fotógrafos… los pajareros solo llenas sus checklist de aves del mundo. A veces viajan a un lugar buscando solo una o dos especies, el resto ya la tienen en su lista. Son como coleccionistas de monas del mundial, no les gustan las repetidas.  Nosotros nos bajábamos del carro y caminamos, tuve mucha suerte porque una Tángara Azul se posó justo frente a mi en una rama, yo tomé mi cámara y le apunté. Tomé la imagen de ese bello pájaro celeste. Así poco a poco por una carretera angosta y pedregosa fuimos subiendo hasta la Reserva. Llegamos a las 7pm!  En condiciones normales se baja en dos horas o tres. 

Llegamos de noche a El Dorado nos recibió Sam, el joven administrador inglés quien llevaba seis meses a cargo. Sonríe, está en camiseta veraniega… muy común entre los jóvenes ingleses en invierno! Sonríe de nuevo dice que no hace frío. Para nosotros está helando. Nos asigno una habitación con vista y balcón. La noche  es amable  y nos permite ver a lo lejos las luces de Barranquilla y Ciénaga… Estamos complacidos. 

Miles Mc Mullan, un caballero irlandés norte, un maestro
 
La capacitación fue en Bogotá, viajamos al médico, dejamos nuestro pueblo tagangero y su bahía transparente con atardeceres del Caribe, para hacer gestiones en la ciudad caótica y fría. En Ecotur recibí la información sobre la parte administrativa y manejo de cuentas, legalizaciones, anticipos, upppsss. Todo ese mundo al que no me he querido acercar en años. Sin embargo, con la ayuda de Mauris, quien tiene experiencia empresarial de años, todo parece sencillo.  Fui a La Soledad tres o cuatro veces para conversar con las personas claves con quienes tengo que interactuar todos los día vía Skype.  La reunión que más me gustó fue con Luis Felipe Barrera, director de Conservación. Tratamos temas como la necesidad de estar pendiente de la señalización de caminos, reforestación con especies nativas, bebederos de aves y alimento de pájaros, compos, los proyectos que tienen aquí, en fin. Quedé muy contenta de poder apoyarlos por un tiempo.   A mi ventana llega un azulejo en estos momentos.
Miles Mcmullan es un maestro y un caballero genial. Su sentido del humor y su observación son especiales, fue quien elaboró el libro Guía de Aves de Colombia, sus ilustraciones. Conoce de aves a profundidad.  Nos hizo reir con sus ocurrencias. Los Craig eran intensos, se sentaban por horas a ver una sola ave! Y justo no aparecía… molestos con Miles.  La pequeña de ocho años tiene la paciencia del santo Job… el pasatiempo de los padres no tiene que ser el de los hijos. Y menos un hobbie que exige levantarse a las cuatro de la madrugada día tras día. Según Miles la niña no disfrutaba nada. Para él y ella lo que le gusta son los gatos!!!

Cada día es distinto. Recibimos a Sam sin mayores complicaciones, más por él que por nosotros. La infraestructura en madera es agradable. Sin mayores lujos pero agradable. La vista y el entorno remplazan todo lo demás. Una casa central donde está la cocina, el depósito de mercado, el salón comedor con una mesa grande de 12 puestos y otra pequeña de 4, desde donde trabajo y escribo. En el segundo piso el bar R. Giles, patrocinador de este esfuerzo de conservación, y un balcón para observación. Todo el lugar tiene vista al Caribe y a la montaña.  Más abajo otra sección, otra cabaña con 3 habitaciones por piso y la zona de lavandería. Un camino empedrado lleva a las otras dos cabañas, cada una con dos habitaciones.  Estas dos son de construcción reciente.
El jardín rodea todo el lugar, los bebederos de colibríes y los plátanos atraen a bellos y multicolores visitantes.  Bueno termino por hoy… debo ir a hacer la mezcla para los bebederos. Dos porciones –libra o un poco más- de azúcar por dos litros de agua caliente, luego se revuelve, se diluye el agua y se mezcla con agua fría para que no se fermente. Todo esto debo hacerlos cada dos días… salgo corriendo porque también es hora de iniciar el proceso de la cena. Son casi las cinco!!!