El viaje en boya por el rio Palomino

Hace una semana nos fuimos de paseo a Palomino con los "Los Especialistas", el grupo de salsa que conforman nuestros amigos Marcos, Miriam, Jimy, Dani y Tatiana -todos además artesanos-, nos fuimos a visitar a Juan, el dueño de un muy sencillo hostal de mochileros, amigo del grupo. Marcos le había  prometido  hacía unas semanas una presentación musical y nos invitó a Mauricio y mí. Invitación que, por supuesto aceptamos. El viaje incluía además -lo mejor-bajar en boya por el río Palomino, experiencia que dura más o menos un hora y media... !Fascinante!

Nos fuimos todos en el carro... en un solo carro! ellos pagaron los peajes y nosotros la gasolina.  Fue un viaje inolvidable. Aquella noche "tocamos" salsa para un pequeño grupo de turistas, y digo tocamos porque hice parte de los "Especialistas" ya que oficialmente me nombraron intérprete de la campana! Fue divertido, tocamos  dos horas varios clásico y otras novedades: Ella va triste y vacía, De cualquier valla sale un ratón, Decisiones.. y otras de autoría de Marcos.  La reunión fue divertida... en especial porque nuestro percusionista, Jimy, aceptó el trago local: chirrinchi y quedó fuera de base muy pronto. La primera vez que lo veían con tragos, el hombre se comportó simpático y tocó...  luego se paró a pasar un sombrero al público, fue muy gracioso. La noche era un detalle de amistad del grupo con el amigo y no para recoger dinero, sin embargo, nos reímos. No recaudó mucho y lo poco lo guardó en su bolsillo. No tocamos mucho más, la "orquesta" se pasó de tragos...decía!



En un descanso de los Especialistas para tomar agua y cerveza, otros músicos tomaron los instrumentos y con otros adicionales iniciaron una ronda de cumbias y música tradicional, fue muy muy rico. Me gocé esta intervención y bailé con vela en mano... muy divertido.  Así poco a poco se fue la noche. Todo terminó alrededor de las 12 de la noche y nos fuimos a dormir en una muy muy sencilla habitación.

Lo mejor estaba por llegar. Nos levantamos a las 8, buscamos la forma de ducharnos... no había agua en el baño, así que al estilo nos llevaron un balde y en pocos minutos salismo a buscar el desayuno. Pasamos la carretera, una arepa, un café y listo. El llamado "pastor de Palomino" nos dió la paz; este personaje grita sus mensaje "divino" a los viajeros que se detienen a tomar algo en el casería, grita la palabra de "dios"... a algunos no les resulta agradable, no hace más que gritar y gritar. El el personaje curioso que en  ocasiones se pasa!   Antes de iniciar la caminata tomamos un jugo natural. El grupo estuvo listo en una hora, fuimos por las boyas o neumáticos, $5000 cada una y a caminar. Atravesamos el pueblo -realmente es un caserío- y seguimos por un sendero montaña arriba, el espectáculo: vegetación abundante, verde, enormes, enormes árboles, mariposas, hormigas, los rayos del sol tropical se cuelan por la vegetación y le dan un ambiente misterioso y hermoso al camino. El sendero que subía y subía. Yo me puse la boya al estilo "turbante", o sea, puesta sobre la visera de mi cachucha, me resultaba más cómodo que llevarla en la mano durante la travesía de 45 minutos montaña arriba.  La luz de la mañana entre los árboles, la brisa y los sonidos del bosque, todo era único. Luego de caminar casi media hora vimos en el horizonte  la Sierra Nevada... gracias a Dios aún queda nieve en aquellos picos sagrados; una imagen increíble. Seguimos adelante, los compañeros, más acostumbrados a caminar sin zapatos, subieron a pie. Nosotros con zapatos apropiados para luego meterlos al rio. Finalmente llegamos a nuestro destino, una pequeña quebrada lleva  al rio... El rio palomino que en estos meses baja con poca agua, pero suficiente para lanzarnos en boya por su cauce abajo... qué experiencia casi hora y media en relajación total, el placer de bajar sobre las aguas cristalinas y heladas de un rio que baja de la Sierra, el paisaje en las riveras, la vegetación, las corrientes que por momentos se forman y luego, la tranquilidad de bajar y bajar lentamente hasta la costa caribe, fue un viaje inolvidable. Mi boya resultó con un pequeño escape de aire lo que no arruinó la travesía, con algo de paciencia logré bajar con éxito y alcanzar la playa. Fue un viaje fue inolvidable, regresamos llenos de energía...  

La naturaleza nos brinda una sorpresa agradable a cada paso, cada trayecto...  esperamos volver, la caminata y el viaje en boya valen la pena!