La llegada al Caribe

Luego de varios años decidí retomar este blog para guardar, más que compartir, mis reflexiones sobre esta estadía en un pueblo del caribe. Por supuesto, las visitas, son siempre bienvenidas. Nada como compartir con alguien que apreciamos una charla, un vino o una amistad.
Llegamos hace tres meses, huyendo de la fría y convulsionada ciudad, el tráfico, las distancias y, por qué, no decirlo... la soledad de vivir en una gran ciudad. No hay tiempo... para tomar un café, para compartir con los amigos, para mantener las amistades. La ciudad entera conspira para hacer más difícil la vida... y además el clima!!  La amistad es frágil a pesar de parecer muy sólida: "amistades urbanas" de trabajo, de proyectos pasajeros... algunas sobreviven un cambio, un cierre, una fusión, un despido;  otras se van desdibujando cuando ya no compartimos 8 o 10 horas diarias, o no somos tan "importantes".
 
Es una lástima, la ciudad mina la amistad cada día... pasan meses sin ver a alguien especial, y en no pocos casos, años. El correo electrónico y las llamadas han reemplazado la cita cara a cara. Estas poca veces se cumplen, y muchas se dificultan..   En fin, tal vez no es solo la ciudad también hay mucho en cada uno y la disposición para romper todas esas dificultades y mantener el café caliente para los amigos... no lo sé.

Este distanciamiento -que no ha sido el primero- me ha acercado a las cosas sencillas de la vida pero también me ha dejado sin timbre en el teléfono celular. Lejos de compromisos de trabajo o tareas fugaces y "amigos" pasajeros... el timbre se limita a tu familia y a aquellos amigos que te recuerdan a pesar de los años y de la distancia. Pocos.   Pocas llamadas, pero sé que las recibiré siempre... yo los recuerdo con cariño y  trato de mantenerlos en contacto... ojalá vengan a visitarme.

El pueblo es caluroso, seco... un pueblo con una extraña magia que hace que quien se quede algunos días se vaya enamorando de su bahía, el color del agua, sus atardeceres y de sus misteriosas historias. Muchos extranjeros han decidido quedarse e iniciar negocios... más que los locales tienen un espíritu emprendedor, hacen bien al pueblo... los que llegan con esta intención, porque también llegan de otro matiz, que mejor no vinieran.

Al pueblo se llega por una sinuosa carretera desde la capital regional... son tan solo quince minutos pero suficientes para alejar la poco desarrollada ciudad con el pueblo. Desde las curvas al bajar la montaña que hace de frontera geográfica, se aprecia el Caribe y todo su esplendor, el calor, el cielo, el color, la playa, las viejas embarcaciones pesqueras. Todo enmarcado en montañas que la mayor parte del año están cubiertas de un color ocre, con una vegetación de arbustos llamados trupillos. La panorámica invita a una fotografía. Todos los visitantes se bajan en el mirador, a pesar del inclemente sol, a tomar una o varias fotografías.

Cada día hay menos pescadores... el turismo ha logrado seducir a los jóvenes y los ha alejado de su tradicional actividad, la pesca. Las embarcaciones, antes de pescadores, hoy son mucho más para trasladar a turistas a otras playas o a practicar buceo o snorkel.  El pueblo ha progresado poco a poco con los años.  Aún falta mucho, es un pueblo del "tercer mundo" con todo su encanto y, también, con  todas sus sombras, sin la abrumadora presencia de agencias de turismo especializadas o de grandes cadenas hoteleras, todo es aún muy "rústico".

Al bajar por la carretera la bahía recuerda los pueblos costeros de Cataluña -española y francesa- con ese color azul profundo y turquesa. Al llegar una carretera central pavimentada, al lado de la playa un malecón peatonal  adoquidado con quioscos de venta de comida, el resto de vías están por hacer. Quizás el pueblo tenga tres mil habitantes. Algún parlante - enorme como es costumbre por aquí- transmite música tropical o de la región.  En invierno se requiere carro de buena tracción, las lluvias dejan su huella al recorrer desde las montañas hasta la playa las aguas a través de las calles del pueblo.  Los últimos años ha mejorado el turismo, el país se ha vuelto el tesoro recién descubierto para los europeos y americanos -con razón- y han llegado cada año más y más, así lo confirman los dueños de los locales de comida y hostales, como en todo lado hay temporada baja, pero por lo general tiene turismo todo el año. El pueblo tiene su encanto, la región está rodeada de maravillas naturales, ríos, costas, montaña, turismo de aventura, trekking y arqueológico. 

Conseguimos una casita en el extremo oriental del pueblo, en la parte media de la colina que linda con el parque distrital, se ve el mar y el atardecer desde la  terraza.  Es una casa campesina sencilla y calurosa en las tardes; una alcoba con su baño y otro espacio donde contamos con una cocina y una muy pequeña sala de TV, servicio este que poco usamos. También tenemos otra habitación en la mitad del jardin... para aquellos que decidan visitarnos, el jardin -sin prado- tiene árboles que refrescan un poco. El lote es grande, la casa diminuta, pero suficiente para lo que necesitamos. El dueño, Hervé -francés- nos la alquiló con algunos muebles, hamacas, cosas de cocina, nevera,  servicio de limpieza tres veces a la semana, TV por cable e internet, todo por US $400. No está mal.  Vivimos aquí hace ya un mes... las semanas anteriores vivimos en un hostal, así conocimos el ambiente del pueblo antes de tomar una decisión.

El pueblo vive un momento trascendental: la legalización de las tierras y el manejo de las tierras circundantes. Este tema ha alterado los ánimos y tiene al pueblo atento a las decisiones de la nueva administración, un alcalde elegido con votos locales.  El pueblo es un corregimiento rural de la ciudad, así que no tiene alcalde, depende de la administración distrital. Al parecer, en las recientes elecciones salió elegido el candidato preferido de los nativos.  El tema de la tierra es todo una historia, parece una novela con aristas de drama y comedia, temas ambientales, de poder local, de uso de las tierras, hasta amenazas... Aún no está claro cómo se definirá el tema de las tierras. Por ahora pocos muy pocos tienen escrituras, la tradición es por posesión, no pagan impuestos pero reciben los beneficios como luz, agua, telefonía... Los nativos -quienes aseguran raíces indígenas- alegan la propiedad de los cerros basándose en títulos reales. Los cerros que rodean la bahía aún no se han urbanizado pero son tierras que han venido vendiendo a extranjeros y foráneos.   En septiembre pasado un acto judicial estableció que arriba de la llamada cota 40, carrera 5,  el alcalde debía tumbar toda edificación que existiera por ser ilegal, en la actualidad 3/4 partes del pueblo incumplen la norma de no pasar de la cota 40. Este tema está por resolverse. 


Otro tema de actualidad, es la presencia de israelitas...  llegaron hace algunos años, como otros extranjeros, pero no se han ganado el afecto de los locales y los problemas han surgido. El tema no es religioso... es una comunidad de la que los nativos no hablan muy bien pero a quienes les han vendido tierras, negocios de buceo, discoteca, restaurantes... Ahora los quieren declarar personas no gratas. Para los locales estos israelítas que están asentados en el pueblo no dejan nada bueno, la prensa nacional hizo mención de algunos de ellos por estar, al parecer,  vinculados al narcotráfico y la prostitución. Si es cierto  o no... yo no lo sé.  Como dije antes el pueblo tiene sus sombras... Quizás sea cierto, quizás tenga mucho de envidia ante el éxito de sus negocios.  No podría decir nada al respecto.  Ya veremos que pasa con todo este tema.


Hoy hace, como de costumbre, mucho calor, ya pasó el medio día,  el calor aprieta con el paso de la tarde... veo el mar a la distancia, ese intenso azul que  visito y disfruto al caer el sol cada tarde; la brisa que  baja de las montañas brinda un escaso frescor, escaso pero que agradezco.  Debo ir a preparar algo de almuerzo...    por hoy, solo este primer paso... Antes de terminar debo mencionar que hoy recibí una buena noticia, fue aceptada a un curso virtual de formación de tutores. Es el tipo de actividad que me gustaría hacer, ya que me permite viajar y nadar en la bahía... y trabajar al mismo tiempo. Ya veremos...