The Wave. 1867-1869. Gustave Courbert. Alte Nationalgalerie, Staatliche Museen zu Berlin |
El ataque guerrillero inició a las
dos de la tarde el miércoles 17 de noviembre de 1999. Al escuchar la primera detonación me acerqué al ventanal de la oficina en el segundo piso de la gobernación. La gente en la plaza corría, se escondía, escuchaba los disparos a corta distancia. La gobernación se encuentra unas cuatro o
cinco cuadras del puerto, lugar donde inició el ataque. En tierra caliente los funcionarios van a sus
casas a almorzar, para esa hora aún no habían regresado a la gobernación. Estaba sola. Enviaba faxes
a Bogotá solicitaba apoyo institucional al Ministerio de Hacienda, a Planeación Nacional, a
los Ministerios de Educación y Salud.
Quedé petrificada por unos segundos, sabía que el otro espanto, había llegado. Corrí a esconderme bajo el escritorio, temblaba sin control, no podía
recordar el teléfono de mi oficina, ni ningún otro en Bogotá, mi mente quedó en
blanco, solo temblaba agitadamente. Tomé mi agenda y encontré mis datos
personales, teléfono de oficina, contestó mi secretaria: Flor, avísele al
ministro que el ataque a Inírida inició. ¡Flor inició el ataque!…
Margarita había amanecido enferma,
una migraña, así que decidió quedarse en casa con Ágata; antes de dejarlas prometí no firmar
documentos sin que ella diera el visto bueno. Esa mañana tenía una invitación a la que
asistiría. El Jardín Infantil Nicolasito celebraba el Día de Proyectos. Aún
conservo el volante: “Educando al niño formamos la familia, educando a la niña
cambiamos toda una generación… gracias por estar hoy en Nicolasito”. Las
maestras: Alicia, Angélica, Obeida, Norma, Omaira, Nerina y Jakeline prepararon
para padres e invitados una muestra artística de los pequeños. Esa mañana asistí sola al evento, la agenda
incluía proyectos llamados: la Tienda Escolar, las Serpientes del Guainía, los
Instrumentos Musicales, los Medios de Transporte y la Familia. Me llamó
la atención el proyecto del transporte y cómo los niños imaginaban Inírida en
cinco años: Un moderno aeropuerto, un teleférico para subir a la cumbre de los
Cerros del Mavicure y un puerto fluvial que recibía a turistas y pescadores. El
proyecto de la familia incluía espacios de recreación como un cinema, parques y
ciclo vías. Conversé con las maestras y escuché a los niños quienes presentaban
con entusiasmo cada uno de sus trabajos. Me alegró asistir esa mañana al Nicolasito. Antes de regresar a trabajar, debía
hacer otra visita, saludaría al
comandante de la Policía.
Construction in green. 1942. Ralph Balson. Art Gallery of New Wales. |
Un general se presentó el domingo
en casa en las horas de la tarde, venía acompañado con algunos infantes de
marina. Me saludó muy formal y comentó
con sorpresa “qué jóvenes los gobernadores que envía el Ministerio…” Me aseguró
que ya había entregado los “refuerzos” al comandante de la Infantería, el Coronel
Calderón. ¿Entregado? No entendí cómo
aplicaba el verbo al sustantivo. Aclaró que los refuerzos no eran hombres… sino material de guerra. ¿No contamos con más
hombres? pregunté. No se preocupe doctora, me tranquilizó, la base aérea del Vichada
queda a diez minutos de vuelo, en caso de un ataque los apoyaremos de
inmediato. Gracias General.
Luego de la visita al Jardín
Infantil, ese miércoles, pasé a saludar al Coronel de la Policía, me habló de
su familia quien lo había visitado hacía poco tiempo, de sus pequeñas hijas en
Bogotá, de su vida como oficial; en poco tiempo cumpliría un año al frente del
comando del departamento del Guainía. Un hombre sencillo, delgado, de buenas
maneras, mencionó el trabajo coordinado con la Infantería de Marina;
sin embargo, en su rostro se reflejaba la preocupación por lo que se avecinaba.
Incertidumbre. Le comenté que, de nuevo,
me habían alertado sobre el tema de mi postura inflexible a no firmar sin cumplir
con la ley. Un mensaje que sonaba a amenaza me había llegado a primera hora
de la mañana. Además de la seguridad en la casa y en la oficina, me prometió un patrullero como escolta, se presentaría en la oficina a las dos de la
tarde. No fue necesario.
Te Rawhiti II. 1974. Robert Ellis. Auckland Art Gallery Toi |
Un año atrás, precisamente un 1 de
noviembre de 1998, las FARC habían dado un paso más en su accionar contra el
país. No era la primera vez que el grupo atacaba poblaciones, pero sí la primera vez que atacaban una capital. Mitú de 15.000 habitantes, capital de otro de los departamentos olvidados del sur oriente del pais, fue el blanco de su estrategia de guerra;
el saldo: tristeza, ruinas, lágrimas, huérfanos, viudas, mutilados, enfermos psiquiátricos…
secuestrados por años. Para los comandantes subversivos, en su extraña visión de representar al pueblo: un éxito. Lo que antes era una población, si bien olvidada,
tranquila, se convirtió en un infierno. En esa ocasión alrededor de 1300
subversivos cercaron la población a las 4:45am e hicieron llover granadas y sus
tristemente célebres: cilindros de gas, artefactos llenos de puntillas,
balines, vidrios, trozos de metal, ácido, materia fecal, todo lo que pueda causar el
mayor daño y dolor a sus víctimas. No solo en la mesa y en el juego se conoce
al caballero. Las FARC entraron para destruirla y lo lograron. Los 120 policías
que defendían el pueblo intentaron hacer lo imposible pero cayeron muertos o secuestrados, aún los jóvenes que prestaban su servicio policial fueron sacados de sus casas y retenidos por años en la selva; las FARC,
además, con motobombas lanzaban gasolina para incendiar lo que aún quedaba en
pie. El pueblo vivió 72 horas de terror. A los tres días, uno de los jefes anunciaba a su organización: "Compañeros:
el mando central de la organización quiere recordarles a todos que estamos en
guerra y seguiremos en guerra. Nada, ni nadie, puede distraer nuestra
actividad. Nosotros continuamos en posición de combate". Eso anunciaba a
los frentes en medio de la ilusión del país que se alistaba para un proceso de paz que inció con despeje de un inmenso territorio al sur del pais y ofrecimientos del gobierno como señal de confianza. Una flor que nació muerta. Un año después, el 17 de noviembre de 1999 a
las dos de la tarde cerca de 2000 hombres cercaban a Inírida...
Continuará...
Continuará...