Escuela de Pastores




Decidiste ingresar a la escuela de pastores…
Aclaras que tu afecto es por 
la cabra lechera y la oveja merina.
Lejos de sermones, gabelas o culpas que afloren eficaces.
¿Sangre de un abuelo caminante? ¿Una fábula que te leyó de niño?







Dejas atrás tu experiencia y
títulos debidamente apostillados;
Botella idealista que flota 
en un mar incierto y sin corrientes a la vista.
Cambiaste al locutor de las mañanas, 
al botón del montacargas,
la sinrisa, el automático saludo y la soledad del ruido.



Con tus ovejas y cabras a la vereda, a las montañas.
Tu rostro se ilumina, murmuran los robles del camino.
Un pastor de cuento, de silencios y cayado
Una sonrisa, una mano levantada al campesino
que va con su carga al mercadillo.    

Sin importar fecha o calendario
Hablas del cencerro y el tiempo de la esquila,
Lo sagrado de la fuente; el lobo no es desvelo.
Me sonríes y confirmas:
No es fábula de niño, es herencia descubierta,
Universo sorprendente que me agota y estimula.





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Un abrazo, Olga