Magallanes



Hablé con Magallanes la otra noche
Sentí su soledad, su exilio.
Recordó sus sueños, 
el  apremio por  llegar a las especias,
no creer en tormentas ni borrascas,
fondear prudente; 
orar a un santo que se acuerde de unos locos.
Pimienta, clavo, jengibre y canela,
su pretexto.
Recordó la Cruz, las velas y sus naos.

Señaló a lo lejos al Victoria, más atrás al San Antonio,
El Concepción, el Santiago y este…
este el Trinidad en el que viaja.
Pronto un mar de nubes desdibuja  la  presencia,
Solo el Victoria congela su figura.




 Las Molucas son la meta, 
el camino ha sido incierto
Nada de colosales congrios,
 imponentes bogavantes o dragones
Sí los monstruos conocidos: 
hambre, tristeza, enfermedad, desesperanza… 

Los motines se maniobran con timón 
y viento firme… 
algunos pierden la cabeza, 
gajes del oficio;
los demás reconsideran continuar en el periplo.


La ruta a un estrecho, un canal o cualquier cosa que lleve a las Molucas
Un sueño inconcebible, un encuentro aún asombroso
Corrientes, ensenadas, noches de tornado,
historias fabulosas; lo normal cuando desafías tu destino; 



Se despide Magallanes
No hay sonrisa ni una ojeada,
Ojos fijos mar sereno,
su Océano Pacífico, el globo, nuevas rutas.
No tendré el favor del cielo, asegura
pocos volverán al puerto de Sevilla.
 
Seguiré adelante, el viento anima,
Allí donde se encuentren las fragancias, 
la bahía y los amigos.
No olvides, me recuerda, un sueño que aún tengo... Mi cristiana sepultura.


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Un abrazo, Olga