El trancón de fin de tarde






Aseguran que en silencio
los cerebros tienden puentes,
lazos intangibles rondan, nos circundan.
No hace falta sílaba o vocablo,
Emociones que nos cubren,
nubes hacia un sol que se escabulle.









Aseguran que así transita, poco a poco, el enigmático contagio.
Infección irremediable… lluvia de confeti o camino empantanado.
Sucede sin conciencia o comentario,
Tejido que se extiende imperceptible,
extraños nunca somos… al menos eso dice la creencia.


Es por eso que hace días evado ciertos virus o bacterias,
rígidas posturas, puños oprimidos.
Sorteo, en cuanto puedo, miradas derrotadas o un ceño inoportuno.
Inclusive hay que esquivar el trancón de fin de tarde,
no vaya ser que, en efecto,
esos lazos que viajan sin palabras ni argumentos,
encuentren un camino, me pillen sin vacuna.  




Es por eso que hace días, no importa hora o momento,
estoy atenta a una sonrisa, a un  saludo apenas insinuado;
hace días colecciono guiños, gestos, cualquier señal de cortesía. 
Siempre alerta a la mano que se brinda desprendida,
a los niños que dibujan concentrados,
a los amantes que se funden sin pensar en el futuro.
Son sus lazos lo que busco para evitar una epidemia.




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Un abrazo, Olga