El otoño apenas comenzaba.
Paso obligado pasillo primer piso,
Una mirada de reojo, un anhelo camuflado,
señal de ligera indiferencia
El desajuste en la puerta del buzón,
posible presencia de
noticias,
Un mensaje, una postal, o quizás
una paloma mensajera.
Falsa alarma,
el desajuste es solo negligencia del casero.
Don Manolo se defiende:
el buzón es el de siempre.
Quien espera desespera
el buzón no tiene prisa
Las horas cordilleras, los días son planetas.
De repente y esperado: ¡Llegó correspondencia!
El olvido no ha ganado la partida.
De puño y letra un correo de otras tierras, brillo de un verano que ya acaba,
Frases que dejan de lado la distancia.
Un suspiro, una sonrisa… unos ojos se concentran.
Ahora que lo escribo parece de la Era Victoriana…
El sello, un sobre, la textura de las letras, una amorosa
despedida.
Sinfonía de otros tiempos, la alegría al recibir una carta minuciosa,
Escrita en papel, con pluma y trazos de inexperiencia.
Partieron Don Manolo, el buzón, el mensaje puño y letra
Como los coches tirados por caballos y las noches de lámparas
discretas
Han pasado treinta años…
Si lo pienso con cuidado, todo aquello en efecto se escapó
de una historia de la Era Victoriana.
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Un abrazo, Olga