Noticias llegan desde "Puerto" Inírida

Caminando cerca al rio. Fernando Botero. Museo Botero.


No he vuelto a Inírida.  Trece años han pasado desde esos intensos días en el Lejano Este Colombiano, no tuve tiempo de disfrutar los atardeceres desde el puerto, no visité los Cerros del Mavicure esa maravilla natural que se alza a la orilla del rio Inírida sobre el horizonte oliva y esmeralda de la selva amazónica. Los Cerros son en realidad tepuys, una de las formaciones rocosas más antiguas del planeta con biodiversidad aún por estudiar, forman parte del macizo guayanés, área que compartimos con Venezuela y Brasil;  las características únicas de la región inspiraron a Arthur Conan Doyle para su famoso relato El Mundo Perdido. Interesante título. Tampoco visité la Estrella Fluvial del Sur, la confluencia que forman los ríos Orinoco, Atabapo y Guaviare, otra maravilla natural que  reseñó hace doscientos años el viajero y naturalista Alexander Von Humboldt. Una pena.  Lo que sí conocí fue la calidez de su gente, su amabilidad, su belleza.

El Presidente, Fernando Botero


El Presidente de la República y su comitiva – Ministro de Defensa y comandantes del Ejército, de la Armada Nacional, la Fuerza Aérea y de la Policía-  aterrizaron la tarde del lunes del 22 de noviembre. Un grupo de periodistas arribó ávido de noticias rojas, de heridos, muertos y destrozos, lo esperado luego de una incursión guerrillera. Se fueron un poco decepcionados, esa batalla se había ganado.  La banda de música los esperaba, al abrirse la compuerta del  Fokker Presidencial 001 los jóvenes tocaron los  primeros acordes.  Cerca a la pista la gobernadora -con sueño por recuperar, un breve discurso de bienvenida en la cabeza y algunas notas en una libreta- esperaba acompañada con las otras autoridades civiles y militares, y por supuesto, con Margarita muy bien arreglada para los medios. Saludos, abrazos, felicitaciones, sonrisas… a la camioneta con el Sr. Presidente rumbo al auditorio, breve diálogo. El  Ministro del Interior no pudo acompañarlo, no solo Guainía estaba en problemas para finales del 99, en ese momento la gobernadora cayó en cuenta que su ministro, el  ministro para el que trabajaba cada día desde temprano hasta la hora que fuera necesario, no la había llamado en toda la semana…  

Pueblo, Fernando Botero.


El lugar estaba dispuesto, hasta la gobernadora se sorprendió. El día anterior un grupo de jóvenes del colegio había escrito en la pared del fondo de aquel auditorio al aire libre: “Bienvenido al Guainía Señor Presidente”, el pueblo se concentró con camisetas blancas, algunos se cubrían con sus sombrillas del inclemente sol.  Margarita con un equipo de la gobernación se encargó de tener todo a punto: mesas, sillas, botellas de agua, banderas. A las tres de la tarde inició el encuentro.  La gobernadora con algunas notas a la mano,  saludó a Inírida y agradeció su presencia esa tarde allí para brindar un gesto de reconocimiento a los hombres que durante los días y noches anteriores los habían protegido de las intenciones de la guerrilla. Agradeció al Coronel Calderón de la Infantería de Marina, al Coronel Betancur de la Policía por su coraje al frente de sus combatientes. Agradeció especialmente a los pilotos y artilleros que cada noche brindaron un poco de descanso a los hombres de tierra…   Pocas palabras. No mencionó nada sobre la corrupción, sobre la posibilidad de vivir mejor si se elige mejor, del olvido del gobierno nacional, del abandono a su suerte de esos miles de colombianos en la frontera, del desastre ecológico y ambiental por la explotación de sus recursos naturales y minerales. ¿No era el momento? Agradeció la presencia del señor Presidente, cedió la palabra.   ¿Te lanzarás a la política?, preguntó el Presidente. Una broma, por supuesto.

Cada personaje dirigió unas palabras al pueblo de Inírida, aplausos, gritos, vivas. Un acontecimiento que fue reseñado en la prensa, se tomó las fotografías pertinentes para el recuerdo. El reloj marcaba casi las cinco. De nuevo  a la camioneta directo al aeropuerto, la visita concluía.  Una solicitud fue atendida: Señor Presidente, ¿podríamos parar unos minutos en el Hospital? Los médicos y el personal allí quieren saludarlo.  El Presidente saludó a todos y cada uno, pasó a ver a Hamilton y a los heridos, luego partió.  La vida volvió a la normalidad en Inírida.

El ladrón, Fernando Botero. Museo Botero


Hoy, 25 de noviembre de 2012, día en que trabajo para este capítulo final llegan noticias. En el diario el Tiempo aparece el titular Coltán: Viaje al jugoso negocio que controla la guerrilla en Guainía. Las cosas no han cambiado:
 
“Ni a ustedes ni a nosotros ni a la comunidad indígena nos conviene que se sepa lo que ocurre aquí", dice el comandante 'Julián' alzando la voz mientras se acomoda el fusil que lleva terciado en su espalda. El guerrillero, de unos 40 años, de jean y camisa a cuadros de color rojo, habla tranquilo, como si no le perturbara el agua que se entra por sus botas de caucho, que están parcialmente sumergidas en el río Inírida. "Yo les aconsejo que se vayan; aquí no dejamos tomar fotos, hacer entrevistas ni exponer a nuestra gente", agrega en tono indulgente.  Él y dos de sus escoltas, uno blanco y otro indígena, también armados, están encima de una piedra, en la mitad de un imponente raudal, que es el último de los cinco que hay que atravesar desde Puerto Inírida para llegar a la mina que resguarda el frente 'Acacio Medina' de las Farc -una facción del frente 16-, que, según la Policía, cambió el polvo blanco de la coca por las arenas negras de donde se extrae la piedra azul grisáceo que está en apogeo en la Orinoquia: el coltán”

El negro Acacio, su espíritu, sigue presente en las FARC y en Guainía,  su olfato para los negocios acompaña ahora a este renovado Frente 16 del grupo guerrillero y muchos otros. Business are business.  Aquellos que critican con tanto ahínco en micrófonos internacionales a otros depredadores de nuestra riqueza natural, ocultan sus deslices fusil al hombro, tumban monte, acaban con el hábitat natural sin el menor reparo, pero con la mayor discreción. Cuando el dinero llega al bolsillo propio el interés nacional pasa a otro plano. Las cosas no han cambiado... Aún los periodistas no saben que la capital de Guainía se llama Inírida, solo Inírida, el nombre de una princesa indígena.

Luego de la visita presidencial la gobernadora tenía pocos días para regresar a su mundo en Bogotá. Un último consejo de gobierno, de nuevo los temas de preocupación, los compromisos por cumplir. Reapareció la sombra perseverante de  Pablo en la oficina. Luego de un suspiro y para romper el hielo que aún los separaba la gobernadora intentó una conversación,  preguntó cómo había solucionado el tema de la distribución de los cerdos a las comunidades indígenas. Ya no hay problema, contestó muy serio. ¿No? No.  Los cuarenta animales cayeron víctimas del tiroteo durante los días del intento de toma guerrillera… agregó enfático.  ¿Todos murieron? Todos. 

Regresamos a Bogotá en un avión de Satena lleno de adolescentes que salían del pueblo, muchos con rostros preocupados y afligidos, así sorteaban las investigaciones que realizaba el Ejército sobre su posible participación en el ataque a Inírida. Consecuencias. Regresamos con recuerdos difíciles de olvidar, con un abrazo en el aeropuerto: los médicos y el director del Hospital, el Dr. Pira, Magnolia, los comandantes y  Carlitos.  Regresamos en silencio, olvidamos la aversión a volar, dejábamos atrás esas tierras hermosas y lejanas para el corazón del país, la ventanilla del avión y un día despejado nos permitió guardar en la memoria la última vista de la región. La ya ex - gobernadora renunció a su cargo de subdirectora de Descentralización y Ordenamiento Territorial en el Ministerio a los pocos días de regresar a Bogotá.

Las estrellas dejaron de bailar en mi firmamento, aunque volvieron a su serenidad, el cielo no volvería a ser el mismo. Durante años intenté escribir este relato pero por alguna extraña razón no lograba organizar los recuerdos, las imágenes volvían en alta definición pero mi mano se rehusaba a traducirlas en palabras, hasta ahora. La tristeza interfería. Guardo un bello recuerdo de aquellos días en Inírida, espero que el futuro le depare mejores momentos, mejores gobiernos, menos promesas; más visitantes amantes de la naturaleza, menos depredadores de sus riquezas y su cultura.

Hasta aquí este relato, gracias por tu visita a Mar y Monte. Espero el próximo año regresar con una nueva historia, esta vez sí, sobre el Caribe, el pueblo donde vivo, el azul de la bahía… Siempre bienvenido a Mar y Monte. Un abrazo fuerte, O.

Pd. Nota para los lectores, todo lo aquí relatado... sucedió. 

No hice nada... No hice nada...




Joao Batista da Costa, Landscape. Pinacoteca do Estado de Sao Paulo.

Guainía es un departamento pobre asentado en tierras ricas en oro, cobre, uranio, coltán, entre otros minerales; pero es principalemente una tierra rica en oxígeno, fauna y  tesoros naturales; su riqueza se ha explotado sin Dios ni ley, sin considerar la cultura de sus pueblos indígenas, ni el valor  ecológico y ambiental de sus recursos. Ha sido un territorio olvidado, los colombianos conocemos poco de esa media Colombia - a la que llamamos irónicamente Territorios Nacionales-,  la señal venezolana de televisión o la TV satelital eran el canal de información en esos años;  ningún medio de comunicación nacional está presente por esas tierras, salvo, claro está, cuando algo extraordinario sucede.  Ese noviembre del 99 muchos comunicadores se enteraron que lo que llamaban Puerto Inírida, es en realidad Inírida, solo Inírida, la capital del Guainía, el nombre de una princesa indígena.

 A pesar de los días previos y las noches de desvelo, el domingo fue un día de trabajo. El intento de toma guerrillera había terminado pero no las sorpresas. El sábado en la noche regresamos a la casa,  el permanente deambular de las presencias en el inexistente segundo piso no interrumpió el sueño de la gobernadora, ni de Margarita, nos esperaba otro largo día, debíamos preparar la visita del Presidente, discurso de bienvenida incluido.

Modigliani, The Boy. 1919. Indianapolis Museum of Art

A primera hora, gracias a la gestión de alguno de los secretarios, la gobernadora visitó la emisora local, una emisora estudiantil, allí contestó a  las preguntas del joven comunicador quien al iniciar la entrevista invitó a “todos los ciudadanos y residentes de Inírida a acompañar al señor Presidente vestidos con camisetas blancas, será una muestra de gratitud con nuestras fuerzas militares y de policía por la acción en defensa de la ciudad durante el intenso combate de los días anteriores…”  Antes de acabar la charla, el joven preguntó: “¿Doctora por qué no se queda en Guainía? Muchos aseguran que las cosas funcionaban mejor cuando nos gobernaban desde Bogotá”. Tristeza. La gobernadora agradeció el ofrecimiento y explicó que era un encargo temporal, que el partido político del gobernador suspendido debía escoger una terna, para luego… Que la democracia local..., la posibilidad y la responsabilidad de los ciudadanos de elegir bien… Eso contestó. Recordó  los  discursos que había escrito para el ministro en defensa de la descentralización, la autonomía regional, los beneficios del gobierno local, la cercanía a las necesidades del pueblo... Quimeras. La corrupción había hecho metástasis. Los recursos públicos locales no son más que un botín en garras de esas otras presencias que deambulan por los presupuestos locales. Tantos discursos, pocas evidencias.  Mucho de madurez, responsabilidad y consciencia se requiere para manejar el destino de los pueblos.  Con el paso de los años y las noticias que se conocen sobre la gestión en “Bogotá”, estoy segura, que ese mismo joven reconsideraría su petición. La entrevista terminó. De nuevo, Rebusque puso su megáfono al servicio de la gobernación, recorrió en su moto cada barrio e invitó al pueblo a darle la bienvenida al Presidente, el primero que visitaba la región en su historia -200 años-. Pura soberanía.

José Navarro Llorens, Children on the Beach. Banco Santander

 Luego de la visita a la emisora, la gobernadora pasó a saludar a los jóvenes infantes de marina quienes habían combatido a los dos frentes de las FARC, jóvenes entre veinte y treinta años, todos sonreían, saludaban con entusiasmo, la gobernadora los felicitó, se veían cansados pero orgullosos. Pasados los saludos, el coronel la invitó a tomar un café o un vaso de agua,  de repente un capitán apareció con un niño de no más de catorce años, lo llevaba del brazo, lo sujetaba firme. El capitán intercambió algunas palabras con el coronel. Quítate la camisa, le solicitó el coronel al niño. La gobernadora no entendía lo que estaba sucediendo. Quítate la camisa, no te pasará nada, le aseguró el coronel.  El niño repetía asustado: No hice nada, no hice nada... Sorprendida la gobernadora observó la escena. Luego de varias solicitudes el niño aceptó y se quitó la camisa. El morral de guerra, que había cargado por días y noches, le había dejado una marca en su piel como si se tratara de un tatuaje. Era un niño de las FARC. Un niño guerrillero. ¡Un niño! Otros niños aparecieron, todos con las mismas marcas de guerra, de abuso.  Los ojos de la gobernadora se humedecieron, cubrió la boca con su  mano. ¿Qué hacían esos niños en un frente de guerra? ¿Qué hacían esos niños con AK-47 atacando pueblos? ¿Qué hacían esos niños bajo el ensordecedor fuego de los aviones de guerra? ¿Cómo los comandantes de las FARC utilizaban a pequeños como carne de cañón? Cretinos.  ¿Cuándo esos niños perdieron el camino a la escuela? ¿A la academia de música? ¿Al taller de artes y oficios? ¿Dónde está ese camino que los aleje de la guerra? Ese camino existe, pero solo en las promesas de papel de quienes se enorgullecen al decir que son los  elegidos popularmente”, pero que no tienen ni idea de la responsabilidad que esto significa. Miserables. Como dice un querido amigo: “De donde flores,  si no hay jardín”.   ¿Quién protegerá al pueblo de todos estos embusteros que se autodenominan sus representantes? Unos y otros, detrás del dinero fácil, de la ganancia a costa del bienestar de un pueblo esperanzado, del futuro de sus niños. La gobernadora cerró los ojos, el corazón lloró.  Detrás de los niños venían sus madres, todas con sus súplicas y pedidos a la gobernadora. “Doctora hable con el coronel mi niño no hizo nada…no hizo nada...” Dolor. Dolor. Dolor.
Al medio día una nueva llamada de Presidencia para confirmar  si todo estaba listo para la llegada del señor Presidente. ¿Todo? ¿Cuánto tiempo estará en Inírida? Tres horas, máximo. La convocatoria, las camisetas blancas, la banda de música para el recibimiento en el aeropuerto, las autoridades, el lugar para los discursos y los aplausos. Sí, todo está listo, pero necesito que autoricen el ingreso de los aviones con la comida y el material para el hospital, respondió la gobernadora.  Después de la llegada del Presidente, podrán aterrizar.  Paciencia.    

El Ejército Nacional llegó el domingo en la tarde.  Como en una escena de película, cientos de hombres en sus camuflados ingresaron al pueblo por la vía del aeropuerto, dos filas paralelas, una a cada lado de la carretera, caminaban con sus pesados morrales y armas al hombro. El comandante de la tropa se presentó a la gobernadora y le explicó la razón de la demora en el apoyo. Entendido. Luego solicitó un lugar para acampar, necesitaban un lugar con agua y nada más.  El aeropuerto en obra, sugirió uno de los secretarios.  ¿El aeropuerto en obra? Sí, tiene agua, aseguró. Pues bien, ese será el lugar para los hombres del Ejército. Finalmente llegaron los refuerzos.

Tonks, Henry.  Saline Infusion, An incident in the_British Red Cross Hospital,_1915. Imperial War Museum
Al terminar la tarde, y luego de verificar que la logística del día siguiente estuviera a punto para la llegada del Presidente, la gobernadora recibió una solicitud del director del Hospital. Del puesto de salud de Barrancominas solicitan cajas, muchas cajas de placas para rayos x y material para atender heridos. ¿Cuántas cajas necesitan? Más de las que han pedido en un año entero, contestó el director…  El fruto de la guerra se hacía evidente, en ambas orillas del río. Colombianos...

Próximo capítulo: El final.